Europa irrumpe en la batalla por liderar la carrera de la inteligencia artificial en pleno órdago de Musk
"Si el objetivo es desarrollar una tecnología tóxica que nos empuje hacia el autoritarismo y los regímenes totalitarios, hablamos de una carrera que no tenemos que ganar", sugieren los expertos.

V. López
Madrid--Actualizado a
"El poder computacional requiere un capital financiero sustancial inmediato". La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha participado este martes en la cumbre sobre inteligencia artificial que se ha celebrado en París. La líder comunitaria ha anunciado la movilización de 200.000 millones de euros para que todas las empresas puedan "acceder a la potencia informática" que necesiten; "la mayor inversión público-privada del mundo" en el sector de la IA. El objetivo parece claro: entrar en la batalla tecnológica y competir directamente con China y Estados Unidos. "La carrera no ha hecho más que comenzar", ha declarado la popular.
Von der Leyen ha reivindicado una inteligencia artificial "donde todos colaboren y todos se beneficien"; un sistema "para el bien" y "accesible" para toda la ciudadanía. "El desarrollo debe reunir talentos de diferentes países, sectores y orígenes", ha manifestado. Los expertos coinciden con la mandataria alemana y consideran que "la batalla no está perdida", pero miran con detenimiento las noticias que llegan desde Washington y Pekín.
"La inversión en tecnología es positiva, siempre y cuando esté diseñada para sostener las democracias. Si el objetivo es desarrollar una tecnología tóxica que nos empuje hacia el autoritarismo y los regímenes totalitarios... Esa es una carrera que no tenemos que ganar. Me preocupa que aceptemos sin debate las narrativas americanas; DeepSeek sugiere que puede haber otras maneras de desarrollar tecnología y, sobre todo, otras tecnologías a desarrollar", precisa Carissa Véliz, profesora en la Universidad de Oxford y autora de Privacidad es Poder (Debate).
Esther Durá, profesora de ciencias de la computación e inteligencia artificial en la Universitat de València, valora "positivamente" el anuncio de Bruselas, pero teme que pueda llegar "tarde" y advierte de las "ventajas" con las que parten otras potencias. "Europa se ha centrado hasta ahora en aspectos más bien legales, que está bien, porque necesitamos regular el uso ético de la IA. Tenemos, además, unas trabas burocráticas para repartir y gastar el dinero que no tienen Estados Unidos o China", matiza, con cierto escepticismo: "El sistema se alimenta con datos y por eso son comprensibles las dudas sobre los usos que puedan hacer de ellos tanto OpenAI como Musk".
DeepSeek pudo precipitar la oferta
Elon Musk ha lanzado este lunes un órdago para hacerse con OpenAI, la empresa dueña de ChatGPT, pionera en el desarrollo y la implementación de inteligencias artificiales. El magnate ha ofrecido 97.400 millones de dólares; "una cantidad mucho más baja del valor que realmente tendría en bolsa", advierte Raúl Tabarés, investigador en Tecnalia y profesor en la Universitat Oberta de Catalunya. Sam Altman, CEO de la firma, ha respondido –curiosamente– desde X: "No, gracias".
La propuesta llega en un clima de "contiendas legales", poco después de que el hombre más rico del mundo demandara a los dueños de OpenAI por discrepancias sobre su modelo de negocio. Altman y Musk pusieron en marcha este proyecto hace diez años, "un software de código abierto para intentar contrarrestar el creciente dominio de Google en el campo", según relata el periodista Walter Isaacson en el libro Elon Musk (Debate). La ambición económica del magnate, partidario de desarrollar herramientas de IA en sus propias empresas, culminó con su salida de la startup.
"Musk era consciente de que su éxito en el campo de la inteligencia artificial exigiría tener acceso a cantidades ingentes de datos generados en el mundo real", una suerte de escuela para que los bots pudieran aprender y posteriormente imitar, explica Isaacson. Tesla y Twitter eran dos "tesoros" en este sentido por el volumen de información que almacenaban. El empresario propuso fusionar OpenAI y Tesla, pero recibió un no por respuesta. "Esta oferta evidencia la necesidad imperiosa de regular y proteger el mercado del uso intensivo de los servicios digitales americanos", insiste Raúl Tabarés.
Sebastian Schulz, sociólogo y analista geopolítico en la Universidad Nacional de La Plata, expone los posibles beneficios de esta operación: "Musk trata de posicionar su conglomerado empresarial. OpenAI y sus sofisticados algoritmos le darían cierta ventaja para acelerar las capacidades de sus negocios, reduciendo la dependencia de tecnologías externas y de la competencia". El también profesor reconoce que "el lanzamiento de DeepSeek" y la expansión del ecosistema chino "probablemente hayan encendido las alarmas" en las principales tecnológicas de Estados Unidos; "incluso en el propio Gobierno", del que forma parte Musk.
Musk teme "perder la batalla"
Bloomberg estima que el precio de OpenAI podría rondar los 300.000 millones de dólares, pero el hombre más rico del mundo ofrece una cantidad tres veces menor. "Musk ve que está perdiendo la batalla: Tesla arrastra una importante fuga de talentos y la inteligencia artificial de X no termina de despegar. OpenAI, mientras tanto, está realizando movimientos bastante disruptivos, y China avanza a pasos de gigante. Musk se está quedando atrás en este asunto, sobre todo técnicamente", advierte Raúl Tabarés, para luego añadir: "El número de usuarios aquí es crucial y la base de datos de X cada vez va a menos. La de ChatGPT, sin embargo, no deja de crecer".
OpenAI nació en 2015 como una startup sin ánimo de lucro. El modelo empresarial cambió tras la salida de Musk; Altman creó entonces una filial que sí persigue beneficios y buscó financiación, hasta situarla en lo más alto del sector. "Musk está forzando las cosas para que Altman tenga que pagar un precio más alto por su independencia; si quiere desvincularse del ala sin ánimo de lucro, tiene que ofrecer una compensación económica", destaca Carissa Véliz. "La estrategia pasa por dejar el control de la industria tecnológica en manos de hombres cercanos al Gobierno de Donald Trump, bajo el argumento de la defensa de la seguridad nacional", sugiere Sebastian Schulz.
"La mayor amenaza para nuestra existencia"
La irrupción de la inteligencia artificial en la carrera tecnológica se remonta casi diez años atrás; pero tiene precedentes en la ficción. Isaac Asimov fijó unas reglas para evitar que los robots de sus novelas fueran dañinos para la humanidad. Musk, cuando fundó OpenAI, hizo suyo este discurso: "La inteligencia artificial es posiblemente la mayor amenaza para nuestra existencia. El peligro llega cuando se desacopla de la voluntad humana", defendió durante una asamblea del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en 2014. La "amenaza", sin embargo, parece haber cambiado de bando. "Trump quiere ponerle una alfombra roja a las grandes tecnológicas y la gente que lo rodea quiere aprovechar esta ola para disparar beneficios y aumentar su influencia a nivel mundial", sentencia Raúl Tabarés.
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